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50 años sin Franco: la democracia fue una conquista, no un regalo

  • Foto del escritor: Santos Robles
    Santos Robles
  • 21 nov
  • 2 Min. de lectura

El 20 de noviembre de 1975 murió Francisco Franco, dictador fascista que durante casi cuarenta años sumió a España en la represión, el silencio y la miseria. Su régimen se sostuvo sobre el miedo, la censura y la violencia contra la clase trabajadora. Medio siglo después, aún se intenta imponer el relato de que la democracia fue un regalo de los herederos del franquismo, del rey Juan Carlos y de los ministros que habían servido al dictador.


Pero la verdad es otra: la democracia fue arrancada por la presión popular, por las huelgas obreras, por la movilización en las calles y por el sacrificio de quienes se enfrentaron a la represión. No hubo generosidad desde arriba, hubo lucha desde abajo.


Ni rey ni ministros franquistas: la democracia fue fruto del pueblo.

Tras la muerte de Franco, España vivía una auténtica explosión de huelgas y movilizaciones. Los trabajadores exigían salarios dignos, libertades sindicales y democracia real. La represión seguía siendo brutal, pero cada vez más incapaz de contener la fuerza de un pueblo decidido a conquistar sus derechos.


Recordemos dos de los episodios más sangrientos de la violencia ultraderechista durante la "transición":


  • Vitoria, 3 de marzo de 1976: miles de obreros en huelga se reunieron en la iglesia de San Francisco de Asís. La Policía Armada cargó con gases y disparos. El resultado: 5 trabajadores asesinados y más de 150 heridos. Aquella masacre mostró que el franquismo seguía vivo, pero también que la clase obrera no estaba dispuesta a retroceder.

  • Madrid, 24 de enero de 1977 – los abogados de Atocha: un comando ultraderechista irrumpió en un despacho laboralista vinculado al movimiento obrero y asesinó a 5 abogados. El crimen sacudió al país y provocó una movilización masiva en defensa de las libertades. La respuesta popular fue tan contundente que aceleró la legalización de partidos y sindicatos.



Estos episodios, junto a cientos de huelgas y protestas en fábricas, barrios y universidades, fueron los que abrieron el camino a la democracia. No fue la benevolencia de los poderosos, fue la resistencia organizada del pueblo.


Memoria, resistencia y organización: el camino de la clase trabajadora.

50 años sin Franco.



Hoy, cincuenta años después, recordar a Franco no es un ejercicio de nostalgia, sino de advertencia. Los derechos conquistados no están asegurados: pueden ser recortados, debilitados o arrebatados si no mantenemos viva la lucha. La democracia fue una conquista, no un regalo.

La democracia no es un regalo, es una conquista que se defiende cada día. Y esa defensa solo puede hacerse desde la organización, la solidaridad y la movilización obrera.



Desde Som Sindicalistes Balears reivindicamos la memoria de quienes dieron su vida por la libertad y la justicia social. Nos comprometemos a seguir su ejemplo, a mantener viva la llama de la lucha obrera y a recordar que sin presión popular no hay democracia real.

Porque la historia nos enseña que los derechos se conquistan en la calle, en los centros de trabajo y en la unidad de la clase trabajadora. Y que solo con lucha y solidaridad podremos garantizar un futuro digno.

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